Fue mi socio y amigo durante mi penitencia de los viajes en avión. Mi Kubalita, el rubio, se nos ha ido, dando una hermosa lección de pelea, lucha y amor por una profesión. Le detectaron hace más de un año un cáncer fulminante y gracias la radio siguió viviendo hasta el final pese a los dolores que tenía que pasar, incluída sus bombonas de oxígeno. Conviví muchos años con él viajando con la Selección española por medio de fútbol y era siempre mi tabla de salvación. El personal sabía de mi terror a viajar por los aires y cuando llegaban las turbulencias, llegaban las bromas y siempre tenía que acudir al Rubio para que me diera el apoyo necesario en unos momentos de suplicio insoportables. Cuando comenzaba era un referentes y no me olvidaré esas madrugadas durante el Mundial de Baloncesto de Colombia. Sensacionales. Transmistía y conectaba mejor que nadie.El otro punto en el que impartió sus clases fue en el Consejo Superior de Deportes. Nos veíamos habitualmente. No solamente de fútbol vivía el hombre, y aunque siempre sacaba pecho por su Racing, una parte de su corazón era colchonero. Su pasión por el fútbol sala le llevó a cometer más de una tontería, que le obligó a olvidarse de una vida perfectamente estructurada y acomodada. No se amilinó. Trabajó más que nunca, algún amigo le traicionó de manera alevosa, pero nunca le pasó factura. Era un enamorado de un periodismo. No le importaba el dinero. Siempre quería estar conectado con la gente y darles su mensaje, la mayoría optimista, procurando evitar las críticas fuera de tono. Ahora ha emprendido su último viaje y seguro que ya se ha ganando a sus amigos que le esperaban arriba. El deported le debe reconocimientos. Es de los buenos amigos que nunca se olvidan.
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