Siempre le he tenido en estima y me parece el gran sabio de los banquillos en España. Luis Aragonés se ha ganado por méritos propios entra en la historia de nuestro fútbol con la Eurocopa de Austria y está en lo más alto del Olimpico junto a Pepe Villalonga que ganó la primera en el Santiago Bernabéu ante Rusia. Incluso se le debe el indudable mérito de traer una manera de jugar maravillosa, la de los locos bajitos, que ha enamorado a todo el Mundo y ha creado escuela. El único pero que le tengo que poner es que siga presumiendo de colchonero. Sus declaraciones dejando abierta a la posibilidad de entrenar al Real Madrid me han producido escalofríos. Se me ha caído un ídolo y en especial le he quitado del escudo, del que presumía tanto en sus conversaciones privadas.Luis es único y la Eurocopa tiene su nombre. No dimitió como había apuntado en el Mundial de Alemanía porque reflexionó y llegó a la conclusión que sus chavales tenían un fútbol de altura, su equivocación fue la inclusión de determinados veteranos que le hicieron la vida imposible y que su única táctica tenía que ser la de coger el balón desde el pitido inicial y no devolverlo hasta la conclusión del partido. Hablar con los protagonistas es un canto a las virtudes de su seleccionador. A Casillas se le iluminan los ojos cuando te habla del ambiente que se creó en Austria. De esas reuniones nocturnas en las habitaciones en la que todos eran amigos y se intercambiaban problemas y soluciones. Eran una auténtica familia y supieron tirar del carro pese a la campañita de acoso y derribo que se organizó por la ausencia de Raúl. Todavía está por escribirse el libro de aquella aventura maravillosa que nos hizo a todos inmensamente felices en los albores de una crisis que nos ha amargado la existencia. Luis y su cuaderno es una pareja mágica que sería difícil de olvidar. Todavía me acuerdo cuando me explicó los movimientos que tenía que hacer su Atlético. Gracias míster por volver a recuperar la fe en un deporte que gente como Capello no lo ponían en el disparadero. Su experiencia y su apuesta nunca la vamos a olvidar los que seguimos pensando que el fútbol es un espectáculo único.
En cambio, y dentro del cariño que le tengo, le quito desde ahora mismo su carnet de atlético irredento. No es de recibo asegurar que si le llama Florentino Pérez no le puede dar calabazas. Don Fernando Torres ya lo ha realizado en varias ocasiones y tuvo el detalle que nunca olvidaremos que en la vuelta triunfal por Madrid, la bandera rojiblanca fue la única que se exhibió en el autobus de los campeones. Le admito y hasta le comprendo que no haya querido escuchar la oferta que Gil Marín le quería realizar para sustituir a Abel. Hay diferencias personales, en especial con Cerezo, complicadísimas de superar, pero de ahí a pasarte al enemigo va un abismo. Un atlético de cuna nunca puede coquetear con los blancos. Es algo más que un pecado. El Niño, que como lo mismo que Luis está en el albúm de oro del nuestro fútbol por el golazo en la final de Alemania, no se ha cansado de decir por activa y por pasiva que nunca jugará en el Bernabéu y no será por los millones que estaba dispuesto a ponerle Florentino en su cuenta corriente. Estos son los iconos que nunca vamos a olvidar y que se merecen desde hace tiempo un reconocimiento. Propongo que el estadio de la Peineta se llame Fernando Torres. Se lo merece. En cambio Luis debe taparse y dejar de ejercer de algo que no lo lleva en el corazón. Lo siento Luis y espero que al final cumpla su anhelo. Ya lo intentó con Ramón Mendoza y con Lorenzo Sanz y bien que se ha pasado media vida para sacar cartulina roja a los que considera culpable. El Atlético volverá a ser grande sin su ayuda.
