martes, 8 de diciembre de 2009

Mis viajes

LA PENITENCIA DEL AÑO 94
ESTADOS UNIDOS Y LA SELECCIÓN
DE CLEMENTE ME DECEPCIONARON

Era mi segunda gran competición como periodista que tenía que cubrir. El Mundial de Estados Unidos en el año 1994. Como es habitual llegamos con la etiqueta de favorita ya que la clasificación de la mano de Clemente había sido más que brillante. Debo de reconocer que como consecuencia de este acontecimiento ya había estado en Nueva York y Las Vegas, y como es habitual para todos las personas que conocen estos lugares por primera vez quedé sorprendido, aunque ya desde el inicio hubo muchas cosas que no me gustaron de los americanos. La falta de humanidad en la Séptima Avenida era alarmante. Cada persona iba a lo suyo y pasaban de lo que podía pasar a su lado. Luego, te miran siempre por encima del hombro y estoy convencido de que si tuvieran algo de historia no nos dejarían ni pasar y luego las profundas diferencias y la hipocresía era notoria. Nos tocó irnos a Chicago y la realidad es que el entorno tampoco me animó. Encima como estábamos a las afueras de la ciudad, las distancias eran kilométricas y no era cuestión de pasar el tiempo libre metido en un autocar.

Tanto en la concentración de Santander como en la previa antes del Mundial, Clemente se encontró con un grupo que no estaba dispuesto a bajar la cabeza con todas sus suferencias. Incluso Baquero le llegó a insinuar que hablase con Toschak al que quiso llamar como asesor para que le dijera que tenía que cambiar su dibujo. Junto con Zubizarreta y Salinas, Baquero era el grupo ideológico que movía los hilos y que tuvo muy cerca de la opción de poder llegar muy lejos. Caímos ante Italia en un robo manifiesto y un error de Julio Salinas lamentable. El ambiente no fue bueno. Clemente ejerció de chico malo con los medios para quitar presión a sus jugadores. Nos vinímos a casa con la miel en los labios y la sensación de pérdida de tiempo. También me vine con la sensación de que Estados Unidos era un país maravilloso para ir de visita, pero no para vivir. Muchas posibilidades, pero siempre domina la cuenta bancaria y, pese a la publicidad partidista, pobres por supuesto que había. Un sabor agridulce, que me olvide de manera inmediata cuando llegué a España y me fui como mi mujer y mi hija a Cádiz. Como en casa desde luego que no se está en ningún lado.

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