martes, 17 de noviembre de 2009

Firma Invitada

J. V. Catalán, redactor del Diario AS.


Helmut Klopfleisch: así era el fútbol al otro lado del Muro de Berlín

Aprovecho la ocasión que me brinda el gran Manuel Esteban para hablar de una historia que he conocido gracias al buen blog www.diariosdefutbol.com. Es la dura vida de Helmut Klopfleisch, un humilde e inofensivo electricista cuya pasión eran, a partes iguales, el Hertha de Berlín y el Bayern de Múnich. Pero tenía un problema, vivía en la parte oriental de Berlín, en la República Democrática Alemana (nombre demasiado irónico para el régimen de terror bajo el que vivían en el lado oriental del Muro). Y las autoridades políticas de la RDA identificaban como sujeto sospechoso al que profesaba tanto amor por dos clubes de la parte occidental alemana.

Helmut nació en Berlín en 1948 y casi inmediatamente se apasionó por el Hertha (y por el Bayern en menor medida). Pero en 1961 se construyó el Muro de Berlín, dejándole a él en el lado comunista y al club de sus amores, en el capitalista. Desde ese momento, los días de partido del Hertha se colocaba en la parte del Muro más cercana al Estadio Olímpico berlinés, para seguir el devenir del encuentro a través de los gritos de los presentes en el campo. Ya desde ese momento llamó la atención de la Stasi (la Policía Secreta de la RDA), informada ésta por los guardias del Muro.

Cuando creció y dispuso de medios, se hizo asiduo de todos los partidos que Hertha, Bayern y la selección de la República Federal Alemana disputaban a su lado del Muro. Y se hacía notar. Lucía una camiseta del Hertha, algo impensable en el lado oriental, que se confeccionó a partir de otra con los mismos colores que consiguió en la Juventud Libre Alemana (la organización gubernamental de la RDA para divertimiento y/o adiestramiento de los jóvenes). Iba a los hoteles de concentración y poco a poco entabló amistad con los futbolistas. “Era un héroe que sólo quería venir a vernos jugar. Hubo un momento en el que ya no pudimos librarnos más de él: estaba en cada partido que disputábamos”, dijo Franz Beckenbauer a la televisión germana ZDF. Tan íntimo se hizo de estos dos equipos que consiguió que Fritz Scherer, que fuera presidente del Bayern de Múnich, se atreviera a cruzar en 1981 el Muro de Berlín con una camiseta de Beckenbauer firmada y dedicada por todo el equipo a Klopfleisch. “Tenía una sensación extraña. Sabía que si me cogía la Stasi me iba a meter en un problema. Me puse un abrigo, un jersey y un polo de cuello alto… Debajo de todo llevaba la camiseta de Franz”, reconoció Scherer. “Me acuerdo de aquello como si fuera ayer”, afirma entre risas el propio Helmut Klopfleisch en el reportaje de la ZDF. “En mitad del pasillo del hotel Scherer comenzó a desnudarse y yo me asusté… hasta que vi la camiseta de Beckenbauer y lo comprendí”, concluye. Scherer temía y con razón, puesto que en 1981
Klopfleisch ya había entrado y salido varias veces del calabozo porque a la Stasi no le gustaba tanto contacto con los alemanes de la República Federal.

Además, Klopfleisch tenía la costumbre de inmortalizar todos estos momentos junto a jugadores y directivos con una videocámara. Para su desgracia, la Stasi usó las grabaciones como prueba en su contra. Simon Kuper, periodista del Financial Times, reveló recientemente hasta qué punto Klopfleisch era espiado por la Stasi. “K, por su comportamiento durante el partido Bulgaria-Rep. Federal Alemana ha dañado seriamente la imagen internacional de la RDA”, decía el informe de la Policía Secreta al que tuvo acceso Kuper.

Como consecuencia, además de las visitas a presidio, Klopfleisch no pudo dedicarse nunca más a su profesión porque la Stasi se encargó de que nadie requiriese sus servicios como electricista. “Al final, me dediqué a limpiar retretes. No tuve otra salida. Ellos (la Stasi) siempre decían ‘Si no trabajas eres un individuo antisocial, innecesario’, así que…”. También le fue confiscada una casa rural, a parte de prohibirle su presencia en los partidos que los equipos occidentales jugaran en el lado comunista del Telón de Acero”.

En 1989, poco antes de que cayera el Muro, la RDA le dio permiso para salir del país y Klopfleisch se instaló en la Alemania capitalista. Su vida volvió poco a poco a la normalidad pese a que desde entonces pleitea por recuperar la casa que le fue expropiada impunemente. A falta de resoluciones judiciales, Klopfleisch se vengó de la manera más deportiva posible: el 8 de julio de 1990 vio desde la grada del Olímpico de Roma a la Alemania Federal de Matthäus, Littbarski, Klinsmann y Rudi Völler ganar la final del Mundial a Argentina con un solitario gol de Brehme de penalti en el minuto 85.

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