lunes, 16 de noviembre de 2009

Mis viajes

EL SUEÑO DE DESCUBRIR MARACANÁ DE LA MANO DE ALFREDO DI STEFANO
No lo olvidaré nunca. Era el verano de 1989 y MARCA me enviaba a cubrir la fase final de la Copa América de fútbol que se iba a disputar en Río de Janeiro. Un sueño convertido en realidad. Iba a descubrir el mundo de las garotas y tendría la oportunidad de conocer uno de sus monumentos futbolísticos que parecen imposibles de alcanzar. Estar en Maracaná y viendo a Brasil está al alcance de muy pocos. Un estadio mítico y que todavía hace temblar sus cimientos cuando recuerdan que vivió en su césped el Marcanazo del año 50 cuando Uruguay ganaba el Mundial y provocaba más de un suicidio en la tierra que inventó el fútbol arte. Una aventura maravillosa, que fue uno de mis primeros retos profesionales y que nunca olvidaré, en especial por las mil y una intentona de la prensa española por entrevistar a Maradona y los fracasos repetidos, ya que era el astro que trabajaba a tope en las madrugadas de Copacabana y Bilardo miraba hacia otro lado cuando hacia una concentración muy diferente al resto de sus compañeros.

Tuve la inmensa suerte de compartir mucha horas con el más grande futbolista que he conocido en mi vida. Alfredo Di Stefano es una enciclopedia viviente de lo que es la vida. Te contaba anécdotas increibles y el espectáculo fue cuando vivímos juntos la final entre Brasil y Argentina y durante todo el partido le hicieron mil y una pregunta sobre el mejor jugador de la historia. Harto de la repetición, se levantó, miró a un brasileño mayor y dijo que era él, ni más ni menos que Zizinho, una de las viejas glorias cariocas. La cara de sorpresa del periodista brasileñó fue total y la gratitud del aludido no se puede ni definir. Recomiendo que todos los turistas que acudan a Río visiten Maracaná. Es una catedral. Ya está viejo, fue construido para el Mundial del 50, pero en sus gradas puede reunirse más de 200.000 personas. Es un espectáculo el ambiente y el colorido, aunque aconsejo que se acuda bien acompañado ya que el barrio no es de los recomendables y mucho menos por la noche.

Cuando juega Brasil se desata la locura y es que la carioca es la religión más seguida en este país. Pasan de la alegría a la tristeza en cuestión de los aciertos ante la portería rival. Todas las piedras de Maracaná rezuman fútbol y sus fondos son alegría y fantasía con los chavales que sueñan con poder salir de las favelas gracias a los aciertos que tengan con el balón.

El otro foco de atención son las playas de Copacabana. Las garotas son espectaculares. Los tangas de infarto, aunque el top-less se considera un sacrilegio. Pese a estas posibilidades lo mejor es ver a los críos que hacen partidos en la arena y que tienen un dominio de la pelota que no ves en toda Europa. El brasileño mulato parece que nació para este deporte y no me extraña que nombres como Pele, Garrincha, Ronaldinho o Ronaldo sean inmortables. No les hables de tácticas o de entrenamientos. Para ellos su vida es la noche y dominan todos los secretos de la pelota, que encima se convierte en el camino más corto para salir de las favelas, que rezuman miseria y que en ocasiones te hacen reflexionar que en cualquier momento se pueden mosquear y asaltar los hoteles de turistas que acuden al reclamo de los atractivos sexuales. Aquella Copa de América que tuve que cubrir fue mi primer gran reto y tuve al seleccionador Luis Suárez como columnista gracias a la amabilidad de Televisión Española. Fueron días que siempre conservaré en el corazón y que me han permitido disfrutar al máximo con una profesión que recomiendo a espíritus aventureros, pero que en la actualidad no te garantizan ingresos de altura.

Espero noticias de este tipo de aventuras vuestras y debo de reconocer que dejé el pabellón español a una altura bastante aceptable.

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